miércoles, 29 de junio de 2011

Mecánica

Su energía me atrapa y me empuja hacia él, mis sentidos se someten sin meditarlo a su voluntad, mi alma reza por notarlo más cerca… ese frescor, esa felicidad que irradia… felicidad inconmensurable e inimaginable; infinita y eterna; pura. Se mueve armoniosamente, siguiendo los compases perspicaces que algún ser maravilloso implanto en él… Él, que está cuando tu lo necesitas, el tiempo que necesites y donde necesites… sólo de pensarlo mi cuerpo desfallece en un orgasmo celestial, que me transporta hacia verdes prados e inmensas playas de aguas cristalinas y arenas blancas y suaves…
Podréis decir que estoy divagando, pero no somos conscientes de la enorme bendición que nos proporcionan estos aparatitos, que pueden ser pequeños o grandes, portátiles o estáticos, estos aparatitos diseñados en pos de nuestro confort y disfrute, estos aparatitos angelicales, cuya tarea no es otra que refrescarnos cuando más lo necesitamos…
No somos nada conscientes de lo que queremos a estos seres mecánicos y autómatas, los ventiladores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario