Las palabras salieron miedosas de su pequeña boca, entrecortadas por balbuceos, desquiciando los tímpanos del expectante espectador, que intentaba aferrarse hasta al sonido más nimio para captar el trascendental mensaje; el cerebro del venerado señor, que atendía a cualquier tipo de persona que estuviera lo suficientemente loca y fuera lo suficientemente rica, captó por fin las palabras de la bella joven, que se fueron descifrando poco a poco en su mente, hasta que vislumbró dentro de sí mismo tres palabras perfectamente definidas:
Soy la Hostia
este me ha gustado un poco menos, sobre todo porque el final no sabes si lo piensa el psicologo o el paciente. pero sigue escribiendo
ResponderEliminarsi, la verdad esque es la que menos me gusta XD
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