domingo, 5 de junio de 2011

Suave

Suave… noto suave su mano al acariciar mi cara, suave y firme al mismo tiempo; pero esa sensación de suavidad que me proporciona esa dulce mano me produce un terror inimaginable, un miedo inconmensurable que hace que mi cuerpo se estremezca, una congoja que hace que me debata entre la cordura y la locura… Pero aunque esa mano siente como sufro por mi interior, no cesa en su empeño de acariciarme, no deja de hacer que note su frío tacto por mis pechos, por mis caderas, por mi vientre, por mi espalda… su frío tacto…

La locura se apodera de mi mente, en un instante todo se torna oscuro y sin sentido; aquella mano suave y firme se transforma lentamente en una mano basta y dura, con garras como garfios que se clavan en mi carne como anzuelos, que la desgarran, formando regueros de sangre que se deslizan por mi cintura, la cintura a la que ahora se aferra aquella extremidad monstruosa, a la que se le otra, que me agarra con mayor fuerza, abriendo nuevas heridas en mi cuerpo… mi cuerpo, antes femenino y esbelto, yace en el suelo demacrado, temblando…

Noto las lágrimas corriendo por mis mejillas, noto mi cabeza a punto de estallar, noto como las malignas garras desgarran mi camiseta, desgarran mi falda, dejándome desnuda y expuesta, débil… Noto como mi voz intenta escapar de mi garganta pidiendo ayuda desesperadamente, pero vuelve aterrada al ver el rostro de mi captor, el dueño de aquellas fatídicas manos, que ahora toma forma, toma la forma de un hombre, un hombre roto, un hombre perdido, una bestia… Esta repugnante bestia se abalanza sobre mí como si su máxima aspiración fuera devorarme, pero solo noto su lengua viperina y pútrida recorriendo todo mi cuerpo, haciendo que mi carne se estremezca y llore…

Se que aún me queda mucho por sufrir, pero ante esta situación extrema sólo puedo cerrar mis ojos y esperar a que acabe todo, sea de la forma que sea que esto pueda acabar. Mis lágrimas brotan de mis ojos amoratados como si de un río melancólico se tratase, mezcladas en mi boca con la sangre de la herida del último mordisco de la bestia que me retiene… Ahora queda lo peor, empiezo a notar su miembro erecto, caliente y duro, rozando mi cuerpo… Sus intentos por penetrar en mi mutilan mi carne; el dolor es insoportable; sólo cierra los ojos y no pienses en nada, cierra los ojos y no pienses en nada…

No hay comentarios:

Publicar un comentario