domingo, 19 de junio de 2011

Días de Estudio


   La cabeza se me vuelve pesada, los cansados ojos luchan por mantenerse abiertos, mi destrozada mente intenta pensar razonadamente, pero es totalmente imposible. Los brazos no quieren moverse, las piernas no me responden; no quiero estudiar, no puedo. Las integrales se transforman en manchas de tinta borrosas en el papel, los sumatorios cobran vida y me arrastran hacia un mundo de sueño; parece que Morfeo no quiere que apruebe, pero mi voluntad resurgirá y al final lo conseguire.
   ¿A quién quiero engañar? Mi fuerza de voluntad se asemeja a la de un pescado muerto que es arrastrado por la fuerte corriente que conduce a la pereza. Sería tan cómodo dejarlo todo, irme a despendolarme, irme a olvidar lo aprendido. Pero hay una cosa, un ente que lucha dentro de mí contra la fiera bestia que es la pereza. Ese ente endeble y débil es también conocido como “sentimiento de responsabilidad”, aunque estos años se ha pasado bastante tiempo dormido o mirando hacia otro lado. Pero ahora y más que nuca, lucha por seguir adelante. ¿Lo conseguirá? De momento está claro que no, porque en el caso de que ahora reinara sobre mi espíritu ese ser, no estaría escribiendo...
   Pero bueno, parece que poco a poco va ganando la batalla, pues lentamente mis ganas de escribir disminuyen. En cierto modo es trágico, porque el intelectual poeta de la prosa va a morir a manos del insensible ingeniero informático, pero es lo que toca: de algo hay que vivir. Sin darme ni cuenta, sé que cuando acabe de escribir, voy a estudiar, y no voy a parar en horas… no quiero, no quiero, tengo mucho sueño... ¡que le den a cálculo! ¿Quién lo necesita?...



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