domingo, 5 de junio de 2011

Colores

Colores, colores brillantes se funden en mis pupilas permitiendo que vea el maravilloso lugar en el que me encuentro con más claridad, ahora que estos deslumbrantes colores forman parte de mí, puedo saborear la belleza de este inusual páramo rezumante de vida. En un precioso atisbo de claridad corporal, me doy cuenta que debería mover mis piernas, y recorrer sin miedo este delicado mundo que me rodea.
No recuerdo como llegué aquí, sólo se que el sentimiento de placer que me produce este sitio hace que no me quiera marchar, hace que quiera consumirme poco a poco mientras camino por este celestial paisaje.
Los árboles bailan al son de la melodía de la brisa, una bizarra melodía que puedo escuchar, aunque tenuemente, produciendo en mis neuronas una rara sensación de alegría que hace que me distraiga del calor que ahora invade mi cuerpo. Continúo mi especial marcha, las flores saludan a mi paso con sus bellos petalos, me sonríen, me abrazan… cuando noto su suave abrazo, empiezo a notar como mi camiseta se me pega al torso, ciñéndose a todos los recovecos en los que pudiera haber algo de aire fresco, proporcionándome un calor creciente, pero en este mundo colorido, cosas tan nimias no podrán distraer mi atención.
Al cabo de los minutos caminando, el calor que ahora siento es insoportable, ni los colores, ni los árboles, ni las flores me distraen de la presencia de este calor que ahora me quema. En un instante, mi camiseta cobra vida y me estrangula con fuerza. ¿Cómo se supone que voy a escapar de mi propia camiseta? Mientras mis pulmones se debaten por respirar, mi cerebro piensa raudo una solución…¡Eureka! En dos segundos y actuando rápido como un rayo, utilizando un movimiento inverosímil conseguí zafarse de aquella criatura repulsiva que antes fue mi camiseta.
Cuando me quiero dar cuenta, aquel mundo lleno de vida y color ya no existía, su lugar lo ocupaba ahora un bosque sombrío y tenebroso, con árboles podridos y espeluznantes que me intentan atrapar con sus ramas. Crueles y despiadados, estos seres de la funesta naturaleza de este nuevo escenario, interceptan mis caminos de huída… Estoy corriendo, temo por mi vida, ¿Donde está aquel feliz y maravilloso lugar? ¿En que momento me desvié del camino? Antes de poder pensar en nada más, mis cansados ojos captan que el paisaje a cambiado de nuevo, y ahora me encuentro triste y perdido en un páramo salvaje y desolado, sombrío, oscuro… No puedo más, las lágrimas brotan de mis ojos, noto que mi cuerpo ya no me responde, noto que mi cuerpo, cansado de sufrir, se va recostando en el suelo… estoy tumbado hecho un ovillo, cuando de repente, un animal extraño y colorido, parecido a un cruce de avestruz y pavo real, se aproxima a mi. ¿Qué querrá este animal místico de mí?..
Noto un zarandeo… quiero que pare… lo sigo notando…¡joder, que pare ya!...
Abro los ojos lentamente, muy lentamente. Mis ojos consiguen vislumbrar una silueta, una silueta con forma humana. Descubro que me está zarandeando y diciendo cosas, pero yo no le puedo escuchar. Muevo mi cabeza hacia los lados, intentando saber donde me encuentro… estoy en medio de una carretera, tirado en el suelo, hecho un ovillo. Me levanto parsimoniosamente, recobrando poco a poco la claridad y la conciencia… ¿Qué te pasa? ¿Qué has tomado? La voz de mi acompañante retumba fuertemente en mis oídos, y yo, por no ser descortés, respondo con total tranquilidad:
Lo que Siempre me Dan

No hay comentarios:

Publicar un comentario