domingo, 5 de junio de 2011

Lágrimas Dormidas

   El enorme ego del hombre no le permite ver su insignificancia, no son capaces de darse cuenta que algo tan pequeño, tan minúsculo como el ser humano no puede compararse a la inconmensurable inmensidad del mar. Esta inmensidad, se percibe en mi mente, y se proyecta en mi cuerpo como miedo, como desorientación, como angustia… Me hayo sola en medio de nada, y la vez, en medio de todo; me encuentro flotando a la deriva en una barca vieja y podrida, cuyos tablones crujen con cada ola, y parece que gimen como si estuvieran aguantando un dolor enorme. Me siento sola… sola y perdida…perdida y destrozada… y es que a parte de tener que aguantar la soledad, tengo que resistir la dura tempestad que azota el agua desde el poderoso cielo; cada gota de agua en mi cuerpo endeble duele como un puñal, un puñal de acero frío como el hielo, que hace que mi cuerpo se estremezca, tiemble, llore, sufra… Pero aguantar esta lluvia eterna no es lo más espantoso que inunda mis pensamientos, el dolor que más siento es causado por la persona más maravillosa que jamás conoceréis… Él, mi confidente, mi amigo, mi vida… Él lo era todo para mí, y ya no está... y ahora cada día que paso en esta embarcación solitaria se convierte en veinticuatro horas de frustración, en mil cuatrocientos cuarenta minutos de agonía, en ochenta y seis mil cuatrocientos segundos de desesperación. Sueño cada noche que estoy con él, sueño despierta que su mano, tan suave y cálida, roza mi cara con ternura… pero esto es sólo culpa de una persona rota, una persona antes viva y ahora muerta, esto sólo es culpa mía… Dicen los hombres sabios que no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos, una reflexión interesante, puesto que los humanos tenemos tendencia a la avaricia, a la codicia, a querer tenerlo todo, y una vez lo tengamos, buscamos más; esta penosa naturaleza no nos hace más felices, al contrario, nos convierte en seres glotones que nunca se encuentran saciados, y así era exactamente como yo me sentía… ¿Por qué no me conformé con lo que tenía? ¿Cómo pude ser tan imbécil de tirarlo todo por la borda? Yo, que era una mujer feliz y alegre, con un marido que me quería, que me amaba por encima de todo… ¿Por qué lo hice? Será algo que nadie nunca entenderá… y es que ser fiel lo era todo para él, confiaba en mí, hubiera dado su vida por mí, pero cuando se enteró de mi aventura, algo en su interior cambió para siempre, algo encerró en lo más profundo de su corazón el amor que alguna vez pudo sentir por mi… y no le culpo, yo sólo culpa a la naturaleza despreciable de los humanos, que nos hace convertirnos en animales primitivos esclavos de nuestros instintos…  Todo esto ha sido por mi culpa, y esta dolorosa lluvia no parará nunca, no parará nunca, no parará…. 


   Mi cabeza da vueltas, mis ojos sólo captan oscuridad, mi cuerpo esta cansado; estoy tumbada, pero mis extremidades aún no responden… Noto calor recorriendo mi piel, noto el suave tacto de las sábanas, noto contacto humano, a mi lado, tumbado como yo, noto su respiración tranquila, y si me concentro, noto su corazón latir… ese tenue sonido consigue que me relaje, y mientras mi cerebro capta sensación de comodidad y confort, mi sentidos me advierten que estoy en una cama, con una persona recostada a mi lado… Ahora siento miedo, ¿dónde estoy?, me revuelvo, me siento incómoda, pero esa sensación sólo dura hasta que escucho una voz que me susurra al oído:
¿Has tenido una pesadilla cariño?, Tranquila, estoy aquí… Te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario