Mi gozo no cabe en mi mundano cuerpo, y me incita a beber este néctar sagrado en el que nado… pero… ¿Por qué iba a hacer eso? ¿Acaso mi subconsciente quiere que deje de ser feliz? ¿Acaso no se da cuenta que si ingiero esta poderosa sustancia no podré nadar más en ella?, pero los instintos primitivos de mi cuerpo son más fuertes que cualquier argumento lógico… Mi boca empieza a abrirse lentamente, tímida, mientras el rosa inunda poco a poco mis hambrientas fauces y llena mi paladar con exquisita y pura felicidad… ¡Oh Dios mío! ¡Esto es la gloria!
Y como todo lo bueno en esta vida se acaba alguna vez, mi nueva bebida se fue agotando agónicamente. Un estado de ansiedad recorre ahora mi cuerpo y mi mente, mis neuronas mandan señales a mi cerebro pidiendo más… ¡quieren más!, y por eso ahora en lo profundo de mi ser resuena una simple pregunta:
Y como todo lo bueno en esta vida se acaba alguna vez, mi nueva bebida se fue agotando agónicamente. Un estado de ansiedad recorre ahora mi cuerpo y mi mente, mis neuronas mandan señales a mi cerebro pidiendo más… ¡quieren más!, y por eso ahora en lo profundo de mi ser resuena una simple pregunta:
“¿De dónde voy a sacar ahora otra vez tanto batido de fresa?”
No hay comentarios:
Publicar un comentario