sábado, 25 de agosto de 2012

.


El viento ondula las cortinas suavemente mientras penetra en la habitación formando
pequeños recorridos de felicidad... la musica suena tenue mientras las notas van caminando
lentamente por tu cuerpo hasta adueñarse de tu cerebro. Se escucha una voz distante, olvidada, 
pero eso a nosotros no nos concierne, sólo podemos escribir. Los dedos se mueven en una
extraña sintonía con las teclas, van creando algo y a la vez destruyendo... cenizas... un 
cenicero lleno de colillas ilumina mi camino hasta la pantalla del ordenador, su olor vicioso
y penetrante imbuye mis pulmones con decadencia, mi cerebro aletargado por los sonidos de la naturaleza despierta poco a poco en una sinfonía de tonos grises y verdes, poco a poco una voz robótica los va transformando en azules cada vez más brillantes y se que en ese mismo instante nada podía ser más bonito y a la vez más catastrófico, ese momento en el que sabes que en cuanto dejes de escribir acabará todo, todas las sensaciones, se acabará todo lo bonito, todo lo malo, se acabará todo... y entonces...

despiertas.