domingo, 27 de enero de 2013

El ciclope

La figura mortecina plasmada de forma etérea en el cristal de nuestra ventana apareció de repente. Tiempo atrás jugamos cual novatos torpemente con el destino. Utilizamos un medio con clase, un medio con misterio, imparcial y siempre justo. Su fatídica melodía susurraba a voces nuestros futuros, nuestras vidas...
A lo mejor el cíclope del destino no albergaba intenciones macabras, a lo mejor tan sólo querría comprobar que respetábamos las normas; él nos sonreía con sus dientes siniestros de una manera que irracionalmente suscitaba complicidad... le molaba nuestro rollo.
En aquel momento lo supe, lo supimos todos,
nosotros lo sabemos, somos los guardianes del destino.

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